¿Quieres saber por qué miro al cielo todas las noches?
Porque en él veo las estrellas, luz que ha tardado miles de años en llegar aquí
para que yo las contemple ahora. Me hacen pensar en el tiempo, en lo grande que
es el universo, y lo pequeño que somos. ¿Nunca te has preguntado que estaría
pasando en este lugar la misma noche en que la luz que tú ves ahora abandono
esa estrella? Yo sí, y pienso lo curioso que es que estemos viendo en este
instante el pasado, que la luz de la estrella de la noche que vivo hoy llegará
aquí cuando ya nadie me recuerde, solo esa luz será testigo de que yo existí. Y
a lo mejor para cuando aquella luz llegue aquí hará años que murió esa estrella
y sin embargo nosotros la admiramos brillar. Pensar esto me hace darme cuenta
de lo insignificante que es nuestra vida, yo moriré, tú morirás, y como los
millones antes de nosotros, dentro de un par de siglos, nadie sabrá de ti, ni tú
nombre, ni tu historia, ni tus problemas que te parecen tan importantes hoy. Así
que, cada noche las estrellas me recuerdan que aproveche el poco tiempo que
tenemos. No me dan respuestas de por qué estamos aquí ni que habrá después,
pero sin embargo me cuentan historias, me señalan el norte, y están ahí todas
las noches, que es mucho más de lo que se puede decir de cualquier Dios en el
que creáis. Y por supuesto, son más antiguas y más sabias que los Dioses. Si
pudieran hablar, imagínate cuantas cosas nos dirían que han observado en su
larga vida. A vosotros os enseña vuestro Dios a cumplir cosas para conseguir
una buena vida después de esta, yo, no sé qué vendrá después, ni pretendo
pasarme la vida buscando la respuesta a ello, pero sé que a mí las estrellas me
enseñan todas las noches a disfrutar de esta vida, que es lo único que tenemos
seguro, el ahora. Después, lo único
que se sabe con seguridad, es que dentro de poco tiempo ya no quedara nada de
ti, asique antes de malgastar tiempo haciendo cosas para una vida mejor después
de la muerte, yo escogí disfrutar de esta y a la vez darme cuenta de lo
insignificante que es, y por eso mismo vivirla con más intensidad. Somos simples
motas de polvo en este enorme universo, nuestra vida ni siquiera un abrir y
cerrar de ojos de este, y tú tuviste la suerte de ser. Tuviste suerte de ser
una mota de polvo entre miles de millones, vivir el poco tiempo que tenemos, y
estar aquí esta noche respirando y mirando las estrellas. Pensar lo pequeño que
somos no me entristece, no me hace tener el ansioso deseo de ser inolvidable.
No, a mí pensar esto me hace saber que lo que tengo entre manos y apreciarlo
más, este instante, es único y precioso. Y por eso yo venero las estrellas y no a Dios,
por eso les doy las gracias a ellas por enseñarme esto cada vez que las miro.
Silvia González.